sábado, 11 de noviembre de 2017

pueblos sorprendentes




VIAJES POR LOS PUEBLOS MÁS SORPRENDENTES

FEZ (MARRUECOS)

 
Guardería infantil en Fez (Marruecos)
Hay lugares que al viajero le sorprenden y enamoran por su belleza arquitectónica, por el arte que respiran sus muros, o por una naturaleza generosa que los hace deslumbrantes.
Pero existen otros lugares que enganchan por su peculiar modo de vida: son pueblos carismáticos, con sus habitantes anclados en ancestrales tradiciones, aldeas donde el tiempo transcurre de manera diferente.

La Medina de Fez, en Marruecos es uno de ellos: localizada en el corazón de una de las antiguas Ciudades Imperiales y pese a estar permanentemente transitada por turistas, ha sabido conservar el sabor medieval, no solo en su aspecto sino en sus costumbres y en el día a día de sus habitantes.


La antigua Medina es un entresijo de calles y adarves que respeta en todo caso el antiguo plano medieval con que se construían las ciudades del mundo musulmán. Salpicada de mezquitas y habiendo crecido a la sombra de sus antiguas Madrasas o escuelas, Fez se ha nutrido de su importante Universidad y de su consideración como centro religioso y cultural del país.  A pesar de no estar exenta de belleza, pues en Fez el arte islámico alcanza su máxima expresión en los laboriosos azulejos de los patios, en las puertas de su Muralla o los trabajados adornos de las mezquitas, es la sensación de haber retornado a la Edad Media la que deja sin palabras al viajero: 






Vendedores de hierbabuena casi sepultados tras una montaña de género que se hacen hueco a los lados de las estrechas callejuelas, transportistas con sus burros cargados que se abren paso entre la gente a voz en grito, o puestecillos de carne en los que no resulta difícil encontrarse con la ingrata sorpresa de una cabeza de dromedario casi recién cortada a la venta, son algunas de las peculiares formas de vida que todavía están presentes en Fez. Aquí todavía pervive uno de los oficios que la hizo más popular y que hoy además de estar vigente constituye uno de sus reclamos turísticos por conservar toda su autenticidad: el encurtido y tratado de la piel.  Así no podemos abandonar Fez sin visitar el antiguo barrio de curtidores y colarnos en la terraza de alguno de sus viejos edificios para observar, en medio del fuerte olor, la actividad incesante de los trabajadores del cuero curtiendo y entintando las pieles que luego se venderán en los bazares de la medina. Es un espectáculo único, como todo el que en definitiva nos ofrece intramuros la ciudad de Fez.








 OBERAMMERGAU (ALEMANIA)

Tal vez menos auténticos pero no carentes de encanto, en Europa también podemos encontrar pueblos sorprendentes. El abrupto paisaje alpino es una buena excusa para conservar las tradiciones más pintorescas, y Oberammergau es una muestra de ello: situado en la región de Baviera, en un entorno privilegiado al pie de las montañas alpinas, este peculiar pueblo conserva viejas tradiciones en medio del continuo flujo de turistas que hacen una parada a medio camino entre Münich y el conocido Castillo de Neuschswanstein. 


Desde el siglo XVII y cada diez años sus habitantes conmemoran y escenifican la Pasión de Cristo, algo que atrae a multitud de turistas. El pueblo es también conocido por su larga tradición maderera y sus calles se encuentran llenas de talleres y tiendas de tallado de este material. Sin embargo lo más destacado de Oberammergau son sus fachadas dibujadas con frescos de gran calidad, que recogen diversos motivos e historias y que le han valido el nombre de Pueblo de Cuento.  Un paseo por sus calles nos descubrirá desde los cuentos de Caperucita o de Hansel y Gretel, hasta pasajes religiosos o historias costumbristas, todo un museo al aire libre, rodeado de un paisaje de ensueño. 





 Eso y su típicas construcciones bávaras con sus balcones de madera cargados de flores y su iglesia hacen de Oberammergau una parada obligada para quienes visiten la conocida ruta de los Castillos del Rey Loco.



 EL POBLADO DEL LAGO TONLE SAP (CAMBOYA)

Pero si de pueblos tradicionales hablamos, una vuelta por Asia nos va a descubrir los poblados  más peculiares:  los pueblos del lago Tonlé Sap en Camboya sorprenden al viajero por su peculiar modo de vida. 


En el Lago Tonlé Sap la pesca y el comercio se complementan hoy en día con el creciente desarrollo de actividades turísticas, sin embargo sus habitantes siguen mostrando ese lado auténtico que los hace únicos: casas flotantes que se deben trasladar al llegar la sequía y bajar el nivel de las aguas o palafitos fijos que se elevan unos cuantos metros y a los que sus habitantes solo acceden a través de rudimentarias barcas o canoas, conservan un modo de vida cuanto menos peculiar. En el poblado encontramos desde iglesias hasta tiendas y colegios flotantes y se puede observar el trajín de los pescadores batiendo con una especie de raquetas los pececillos capturados en las redes, o granjas de cocodrilos que servirán para elaborar artículos de piel e incluso para alimentar la curiosidad del turista occidental, algo que a la vez nos produce cierto rechazo, pero que para ellos es su única fuente de ingresos.




La vida en el Tonlé Sap y en general en Camboya no resulta sencilla. Su historia reciente no puede ser más convulsa: guerras civiles, golpes de estado e invasiones han dejado al país sumido en una gran crisis. Hoy día alguno de estos pueblos se están levantando gracias al impulso turístico, sin embargo los beneficios siguen quedando en manos de cadenas extranjeras y grandes empresas, mientras el pueblo malvive apenas con lo básico. A pesar de la supuesta obligatoriedad de la escolarización, es muy frecuente encontrarse con niños ejerciendo de vendedores en las zonas más turísticas ofreciendo artesanía, apelando a la sensibilidad del turista que se siente casi obligado a comprar, algo que desaconsejan las ONG locales pues  no es sino una forma más de perpetuar esta nueva esclavitud del siglo XXI.









Así, en estos lugares llenos de encanto por su autenticidad se nos presenta la tremenda paradoja del turismo de este siglo:
El desarrollo turístico imparable puede suponer un gran impulso para la economía de muchos pueblos, sin embargo en la mayoría de ocasiones choca con el auténtico modo de vida de la población local y resulta irrespetuoso y a la larga perjudicial. La única solución para la supervivencia a largo plazo es la del Turismo Sostenible a través de una regulación y control de la actividad turística que hoy día ya se está llevando a cabo en muchos lugares, pero que todavía en la práctica adolece de grandes defectos.