sábado, 30 de septiembre de 2017

S. petersburgo

                                     
                                  SAN PETERSBURGO: EL otro gigante del turismo ruso

Iglesia del Salvador de la Sangre Derramada

Si la visita a Moscú nos da una idea del poder que ostentó en su día el gigante soviético pero también de la grandeza del imperio zarista, continuar  viaje hacia San Petersburgo nos remonta nuevamente a su pasado más glorioso.

La llamada Venecia del Norte, es la ciudad imperial rusa por excelencia. Capital de la Rusia de los Zares hasta 1918 y centro neurálgico de la Revolución, de la antigua Leningrado poco queda (salvando el Acorazado Aurora símbolo de la propia Revolución) que nos recuerde a su pasado bolchevique. En San Petersburgo son conscientes de que es la huella del imperio zarista la que la convierte en la potencia turística rusa por excelencia.
Sus calles señoriales están repletas de edificios de gran valor arquitectónico, pasando  del barroco al neoclásico y llegando hasta el modernismo. Sus múltiples canales nos permiten visitarla desde otra perspectiva, descubriendo bellas iglesias de cúpulas doradas deslumbrantes: la ciudad del Neva nos ofrece por tierra o por agua dos puntos de vista diferentes.
Pero paseos aparte, quien va a San Petersburgo debe ser consciente de “los imprescindibles” qué no puede dejar de visitar:
El Palacio de Invierno, símbolo inequívoco del poder del Zar pero también de la consagración de la Revolución bolchevique, es una de esas joyas que brilla no solo por su bella arquitectura barroca, sino también por sus deslumbrantes interiores : comenzando por la majestuosa escalera de acceso al Palacio pasaremos por un sinfín de salones y habitaciones de inimaginable decoración: los dormitorios, la sala de música, el salón malaquita, la biblioteca o la sala de fumadores entre otros, recogen los diferentes estilos que entusiasmaban a los zares. De la misma época se muestran también miles de objetos: joyas, vajillas, armas…  algunos de manufactura rusa y otros muchos adquiridos en diversas partes del mundo, que dan una idea del lujo que ostentaba entonces el poder real. Entre ellas se encuentra el Reloj del Pavo Real una de las más exóticas y hermosas joyas de la colección del Zar: un antiguo reloj dorado de gran tamaño que despliega la cola y mueve su cabeza al tiempo que suena la música. Una obra de arte que incluye otras figuras móviles como el búho y el gallo,  y que es uno de los más fotografiados y reconocidos del Palacio.


Palacio de Invierno (Ermitage)
Pero el Palacio de Invierno no destaca únicamente como tal, ya que en él se guarda una de las más grandes e importantes colecciones de pintura, no en vano el Ermitage está considerado una de las tres mejores pinacotecas del mundo, junto con el Museo del Prado y el Louvre. En sus colecciones quedan representados diferentes estilos: desde la pintura española de Velázquez, Ribera o Murillo, pasando por la italiana de Da Vinci, Rafael o Tiziano y la escuela flamenca de Rubens, Rembrandt o Van Dick, hasta el arte abstracto de Kandinsky, o el paisajismo romántico de David Friedrich. En un anexo junto al Palacio, el Ermitage incluye también una importante colección impresionista y postimpresionista representada por Cezanne, Monet, Gauguin, Van Gogh o Seurat entre otros muchos. En total la colección del Ermitage nos va a requerir un día completo, aunque sea para poder visitar al menos una centésima parte de lo que es este impresionante museo.







San Petersburgo es también una ciudad de cúpulas resplandecientes gracias a su arquitectura religiosa, y una de sus joyas más destacadas es la Catedral de la Resurrección, más conocida como la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada, por estar levantada en el lugar en que el Zar Alejandro II perdió la vida en un atentado.
La reciente manufactura de esta iglesia que data de finales del siglo XIX y principios del XX no le ha impedido ser considerada una de las más bellas del país: edificada al pie de uno de los canales de San Petersburgo, sus cúpulas de cebolla al estilo de la arquitectura neobizantina rusa, y los coloridos azulejos y piedras que recubren la fachada son especialmente deslumbrantes a la puesta de sol. Sin embargo, la verdadera joya de la iglesia se conserva en su interior: un delirio de mosaicos de colores que recubre unos 7.000 metros cuadrados a lo largo y ancho de paredes y techos representando diferentes momentos del cristianismo, dejan casi en éxtasis a cualquier aficionado al arte. Si se visita de noche  (hay una visita nocturna desde las 6 a las 10 de la noche) se encontrará probablemente menos gente, y si además la noche está lluviosa y de tormenta como fue en mi caso, tendremos el privilegio de encontrarnos prácticamente solos en el deslumbrante interior y así disfrutar plenamente de una de las creaciones artísticas más hermosas del mundo. 






Otra iglesia imprescindible aunque muy diferente de la anterior es la Catedral de San Isaac. Grandiosa y de aspecto neoclásico en su exterior, destaca desde lejos por su gran Cúpula y columnata que recuerda algo al estilo del Vaticano. Pero una vez más el punto fuerte de la iglesia está en su interior: mosaicos, frescos, esculturas y vitrales de extraordinaria calidad comparten protagonismo con bellas columnas labradas en malaquita y lapislázuli, resultando un conjunto armónico y deslumbrante que hace que la visita deba alargarse por lo menos una hora para disfrutar de cada detalle. 
 
Podríamos completar la visitas con la catedral de Nuestra Señora de Kazán donde todavía hay culto y con multitud de Iglesias hermosas, con cúpulas brillantes que incluso de noche resplandecen, pero San Petersburgo es mucho más que sus catedrales y requerirá de varios días completos. Al lado del Neva nos encontramos con la Fortaleza de Pedro y Pablo, donde una vez más la arquitectura religiosa centrará parte de nuestra atención, con la Catedral de San Pedro y Pablo que además de sorprendernos con su impresionante y recargado iconostasio, nos permitirá conocer parte de la historia con los sepulcros de varios de los miembros de la familia Romanov, última dinastía zarista.
En la Fortaleza también podremos admirar la aguja de la torre de la Iglesia que destaca desde cualquier punto de la ciudad, o la estatua de Pedro el Grande, además de conocer lo que en su día fue la prisión donde estuvieron recluidos Trotsky, Dostoievski o el líder anarquista Bakunin entre otros.
Pero si hay un lugar que sirve de emblema a San Petersburgo ese es el Palacio de Peterhof, situado a unos 30 kilómetros de la ciudad, y al que se puede acceder en autobús o en barco (esto último muy recomendable al tratarse de grandes y modernas lanchas rápidas que hacen el trayecto en algo más de media hora). Edificado en un gran bosque al pie del Mar Báltico en el golfo de Finlandia, Peterhof es una muestra más del gusto por el lujo y el buen vivir de los Zares. 








El Palacio utilizado sobre todo durante la época estival, muestra el interés de su promotor el Zar Pedro el Grande por asemejarse a Versalles: hermosos jardines y fuentes barrocas, sorprendentes juegos de agua, pequeñas construcciones a modo de palacetes y sobre todo la gran cascada con una escalinata que asciende de la parte baja de los jardines al Gran Palacio, custodiada por decenas de esculturas doradas bañadas por una multitud de chorros, conforman la imagen más célebre no solo de Peterhof sino de todo San Petersburgo.
Merece la pena dedicar casi un día a visitarlo con calma, fotografiar sus fuentes y esculturas y pasear por sus jardines donde podemos ver multitud de pájaros e incluso ardillas que se acercan confiadas a comer de nuestra mano.
Para finalizar, no debemos dejar San Petersburgo sin conocer su vida nocturna en  las calles del centro y aprovechar para ver las cúpulas iluminadas de sus iglesias y monumentos, pero sobre todo no debemos perdernos el espectáculo nocturno del levantamiento de los puentes: y es que en San Petersburgo es el Neva quien marca las horas y así, después de la medianoche los puentes se abren como si se partieran en dos, para dejar paso a decenas de barcos que esperan pacientemente continuar su viaje por este emblemático río, eje vertebral de esta preciosa ciudad, una de las joyas del turismo en Rusa.