domingo, 6 de agosto de 2017

Moscú





MOSCÚ: Uno de los motores del turismo ruso

San Basilio (nocturna)
Hablar del turismo en Rusia es hablar de dos de sus grandes capitales, Moscú y San Petersburgo, queaunque similares en fama mundial muestran diferencias más que evidentes para cualquier viajero observador:
Moscú es grandiosa, cosmopolita, se diría que tal vez más auténtica, y conserva todavía en parte el alma revolucionaria. San Petersburgo resulta más acogedora a la vez que señorial y aparenta más turística, y en ella nada parece quedar de su pasado soviético.
En lo que sí ambas coinciden es en su riqueza patrimonial, histórica y artística: iglesias ortodoxas de estilo ruso con sus cúpulas doradas resplandecientes, limpias y cuidadas calles, parques impecables y un río que vertebra la ciudad y que sirve de mirador a cuantos turistas visitan estas dos joyas de la antigua URSS.

Mausoleo de Lenin
En la capital rusa  el río Moscova permite a los visitantes apreciar de manera cómoda las grandezas de la ciudad de los zares y también su pasado soviético. De la misma manera el río Neva nos traslada a la época en que la capital era precisamente la bella ciudad de San Petersburgo.
Por lo demás quizá las diferencias entre estas dos monumentales ciudades son palpables.
La capital rusa se organiza en una serie de anillos concéntricos que surgen a partir de la antigua ciudad medieval amurallada, el Kremlin:
En el interior de esta fortaleza nos reencontramos con el origen y la historia de Moscú desde el siglo XII: desde la corte de los Zares, hasta el poder soviético y la actual residencia oficial del Presidente ruso.  La visita nos debe llevar al menos una mañana entera para recorrer sus museos o contemplar la maravillosa Plaza de las Catedrales y visitar al menos las más destacadas: la Catedral de la Asunción, una obra maestra repleta de frescos de entre los más antiguos del Kremlin, en cuyo interior podremos también contemplar el trono y oratorio del famoso Iván el Terrible o las Catedrales del Arcángel San Miguel y de la Deposición del Manto de la Virgen donde necesitaremos un buen rato para admirar sus interiores decorados con fantásticos iconostasios, maravillosos relicarios y hermosas pinturas murales. Desde fuera, el conjunto de ellas con sus paredes blancas y sus cúpulas doradas resulta deslumbrante.




Un paseo por los jardines del Kremlin nos va a descubrir también interesantes piezas como el Gran Cañón del Zar, bellamente decorado en bronce con relieves o la Campana quebrada (llamada la Zarina de las Campanas) también gigantesca y ricamente ornamentada. Palacios y jardines completan la visita al recinto del Kremlin y si nos queda tiempo  podemos visitar el Museo de la Armería,  con sus colecciones de armas, trineos, joyas y demás obras de arte de la época de los Zares.


Pero si queremos recorrer la auténtica protagonista de la vida moscovita debemos salir hacia el siguiente anillo, extramuros del Kremlin: la Plaza Roja.
Su nombre original significa Bello en ruso, y verdaderamente que esta grandiosa Plaza hace honor a él.
Desde la entrada por la Puerta de la Transfiguración con sus características torres, custodiada a la derecha por el Museo Estatal de Historia (hermoso edificio rojo con tejadillos blancos) y dejando  a la izquierda  la coqueta Catedral de Nuestra Sra. de Kazán,  todo en esta plaza es hermoso. Los lujosos almacenes Gum de un lado e incluso el moderno Mausoleo de Lenin enfrente, no desmerecen nada la bella arquitectura de este espacio. Al fondo, la joya más representativa de la arquitectura religiosa rusa: La Catedral de San Basilio, un delirio de colores y formas, donde no hay una cúpula igual que otra. Por dentro San Basilio tampoco defrauda, merece mucho la pena pagar la entrada y encontrarnos con una Iglesia ornamentada en ricos dorados en alguno de sus espacios (pues San Basilio está hecha como en varios compartimentos, como si de una casa de cuento se tratara) y con finas y delicadas pinturas en otros.

Museo estatal de Historia

Entrada Plaza Roja



Cúpulas de San Basilio


Interior de San Basislio

 
Frente a San Basilio, la Torre del Salvador completa un cuadro que si con la luz del día es bello, al caer la noche se muestra deslumbrante. Y para los curiosos o los más nostálgicos de la Revolución, puede resultar de interés una visita al Mausoleo de Lenin, donde se conservan los restos momificados del líder comunista aun en contra de la que fue su propia voluntad. Fuera del Mausoleo también está la tumba de Stalin, que si bien permaneció unos años también momificado, en el año 1961 se decidió enterrar fuera del mausoleo junto con otros dirigentes soviéticos.
Al abandonar la Plaza Roja, no olvidemos acercarnos al Teatro Bolshoi que con su iluminación nocturna también muestra su cara más hermosa. Los amantes del ballet tienen ahí una cita imprescindible aunque a veces resulta más sencillo y económico acudir a alguno de los otros teatros con los que cuenta Moscú.

Teatro Bolshoi
También los amantes del arte encuentran en Moscú su espacio en la famosa Galería Tretiakov, uno de los museos más importantes de Rusia, por supuesto con permiso del Hermitage de San Petersburgo.
Pero Moscú no son solo iglesias y monumentos, pues la vida fluye a un ritmo de vértigo: el metro, obra gigantesca de la época soviética es un hormiguero donde los moscovitas se entremezclan con turistas que acuden no solo a desplazarse de un punto a otro de esta inmensa ciudad, sino a contemplar uno de los espectáculos que la han hecho famosa: estaciones con frescos, estucados y dorados, lámparas de araña, coloridas vidrieras de exquisita manufactura, mosaicos deslumbrantes o esculturas imponentes nos reciben al bajar en cada parada. Por algo el metro de Moscú está considerado un auténtico museo, con el que se dice que Stalin pretendió acercar el arte al pueblo.

Metro de Moscú

Busto de Lenin en el metro
Las calles y parques también rebosan vida en Moscú. La vieja Arbat llena de puestos y músicos callejeros, la calle Nikolskaya próxima a la Plaza Roja, El parque Gorki… y como no, los mercadillos. En Rusia se denomina Kremlin a cualquier recinto amurallado y Moscú cuenta con más de uno.  En ellos a veces se sitúan mercadillos muy interesantes no solo para hacer compras, desde luego mucho más baratas que en las turísticas tiendas del centro, sino para recorres sus callejuelas que en alguno de ellos resultan más que agradables. Quizá el más conocido sea el Mercado de Izmailovo en el que encontramos todo tipo de artículos: desde las más que repetidas matrioskas, pasando por viejos posters y carteles que rememoran la época soviética, hasta desafortunadas pieles de oso y de lobo con las que algunos turistas no se resisten a posar en las fotos. Eso sí todo con el peculiar encanto de un pueblecito que hace vida aparte de la gran ciudad: casas de madera de típica arquitectura rusa, estanques y paseos arbolados completan este maravilloso mercadillo donde nada parece encajar en el cosmopolita ambiente de la capital rusa. En definitiva, un imprescindible de nuestra visita a Moscú.
Mercado de Izmailovo

Casas en Izmailovo
Poblado del mercadillo de Izmailovo

En cualquier caso, el viaje a la capital rusa nos descubre un concepto de ciudad muy diferente a la llamada Venecia del Norte: en Moscú todo es grandioso, impresiona y sobrecoge y nos recuerda sobre todo su grandeza imperial, pero también su imponente poder como capital de las Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Almacenes Gum en la Plaza Roja

Fuentes de Moscú

EL lago de los cisnes