MOSCÚ: Uno de los motores del turismo ruso
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San Basilio (nocturna) |
Hablar del turismo en Rusia es
hablar de dos de sus grandes capitales, Moscú y San Petersburgo, queaunque
similares en fama mundial muestran diferencias más que evidentes para cualquier
viajero observador:
Moscú es grandiosa, cosmopolita, se
diría que tal vez más auténtica, y conserva todavía en parte el alma
revolucionaria. San Petersburgo resulta más acogedora a la vez que señorial y
aparenta más turística, y en ella nada parece quedar de su pasado soviético.
En lo que sí ambas coinciden es
en su riqueza patrimonial, histórica y artística: iglesias ortodoxas de estilo
ruso con sus cúpulas doradas resplandecientes, limpias y cuidadas calles, parques
impecables y un río que vertebra la ciudad y que sirve de mirador a cuantos
turistas visitan estas dos joyas de la antigua URSS.
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Mausoleo de Lenin |
En la capital rusa el río Moscova permite a los visitantes
apreciar de manera cómoda las grandezas de la ciudad de los zares y también su
pasado soviético. De la misma manera el río Neva nos traslada a la época en que
la capital era precisamente la bella ciudad de San Petersburgo.
Por lo demás quizá las
diferencias entre estas dos monumentales ciudades son palpables.
La capital rusa se organiza en una
serie de anillos concéntricos que surgen a partir de la antigua ciudad medieval
amurallada, el Kremlin:
En el interior de esta fortaleza nos reencontramos con
el origen y la historia de Moscú desde el siglo XII: desde la corte de los
Zares, hasta el poder soviético y la actual residencia oficial del Presidente
ruso.
La visita nos debe llevar al menos
una mañana entera para recorrer sus museos o contemplar la maravillosa Plaza de
las Catedrales y visitar al menos las más destacadas: la Catedral de la Asunción,
una obra maestra repleta de frescos de entre los más antiguos del Kremlin, en
cuyo interior podremos también contemplar el trono y oratorio del famoso Iván
el Terrible o las Catedrales del Arcángel San Miguel y de la Deposición del Manto
de la Virgen donde necesitaremos un buen rato para admirar sus interiores
decorados con fantásticos iconostasios, maravillosos relicarios y hermosas
pinturas murales. Desde fuera, el conjunto de ellas con sus paredes blancas y
sus cúpulas doradas resulta deslumbrante.
Un paseo por los jardines del
Kremlin nos va a descubrir también interesantes piezas como el Gran Cañón del
Zar, bellamente decorado en bronce con relieves o la Campana quebrada (llamada
la Zarina de las Campanas) también gigantesca y ricamente ornamentada. Palacios
y jardines completan la visita al recinto del Kremlin y si nos queda tiempo
podemos visitar el Museo de la Armería,
con sus colecciones de armas, trineos, joyas y
demás obras de arte de la época de los Zares.
Pero si queremos recorrer la
auténtica protagonista de la vida moscovita debemos salir hacia el siguiente
anillo, extramuros del Kremlin: la Plaza Roja.
Su nombre original significa
Bello en ruso, y verdaderamente que esta grandiosa Plaza hace honor a él.
Desde la entrada por la Puerta de
la Transfiguración con sus características torres, custodiada a la derecha por
el Museo Estatal de Historia (hermoso edificio rojo con tejadillos blancos) y
dejando
a la izquierda
la coqueta Catedral de Nuestra Sra. de Kazán,
todo en esta plaza es hermoso. Los lujosos almacenes
Gum de un lado e incluso el moderno Mausoleo de Lenin enfrente, no desmerecen
nada la bella arquitectura de este espacio. Al fondo, la joya más
representativa de la arquitectura religiosa rusa: La Catedral de San Basilio,
un delirio de colores y formas, donde no hay una cúpula igual que otra. Por
dentro San Basilio tampoco defrauda, merece mucho la pena pagar la entrada y
encontrarnos con una Iglesia ornamentada en ricos dorados en alguno de sus
espacios (pues San Basilio está hecha como en varios compartimentos, como si de
una casa de cuento se tratara) y con finas y delicadas pinturas en otros.
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Museo estatal de Historia |
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Entrada Plaza Roja |
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Cúpulas de San Basilio |
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Interior de San Basislio |
Frente a San Basilio, la Torre
del Salvador completa un cuadro que si con la luz del día es bello, al caer la
noche se muestra deslumbrante. Y para los curiosos o los más nostálgicos de la
Revolución, puede resultar de interés una visita al Mausoleo de Lenin, donde se
conservan los restos momificados del líder comunista aun en contra de la que
fue su propia voluntad. Fuera del Mausoleo también está la tumba de Stalin, que
si bien permaneció unos años también momificado, en el año 1961 se decidió
enterrar fuera del mausoleo junto con otros dirigentes soviéticos.
Al abandonar la Plaza Roja, no
olvidemos acercarnos al Teatro Bolshoi que con su iluminación nocturna también
muestra su cara más hermosa. Los amantes del ballet tienen ahí una cita
imprescindible aunque a veces resulta más sencillo y económico acudir a alguno
de los otros teatros con los que cuenta Moscú.
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Teatro Bolshoi |
También los amantes del arte encuentran
en Moscú su espacio en la famosa Galería Tretiakov, uno de los museos más
importantes de Rusia, por supuesto con permiso del Hermitage de San
Petersburgo.
Pero Moscú no son solo iglesias y
monumentos, pues la vida fluye a un ritmo de vértigo: el metro, obra gigantesca
de la época soviética es un hormiguero donde los moscovitas se entremezclan con
turistas que acuden no solo a desplazarse de un punto a otro de esta inmensa
ciudad, sino a contemplar uno de los espectáculos que la han hecho famosa:
estaciones con frescos, estucados y dorados, lámparas de araña, coloridas
vidrieras de exquisita manufactura, mosaicos deslumbrantes o esculturas
imponentes nos reciben al bajar en cada parada. Por algo el metro de Moscú está
considerado un auténtico museo, con el que se dice que Stalin pretendió acercar
el arte al pueblo.
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Metro de Moscú |
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Busto de Lenin en el metro |
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Las calles y parques también
rebosan vida en Moscú. La vieja Arbat llena de puestos y músicos callejeros, la
calle Nikolskaya próxima a la Plaza Roja, El parque Gorki… y como no, los mercadillos.
En Rusia se denomina Kremlin a cualquier recinto amurallado y Moscú cuenta con
más de uno.
En ellos a veces se sitúan
mercadillos muy interesantes no solo para hacer compras, desde luego mucho más
baratas que en las turísticas tiendas del centro, sino para recorres sus
callejuelas que en alguno de ellos resultan más que agradables. Quizá el más
conocido sea el Mercado de Izmailovo en el que encontramos todo tipo de
artículos: desde las más que repetidas matrioskas, pasando por viejos posters y
carteles que rememoran la época soviética, hasta desafortunadas pieles de oso y
de lobo con las que algunos turistas no se resisten a posar en las fotos. Eso
sí todo con el peculiar encanto de un pueblecito que hace vida aparte de la
gran ciudad: casas de madera de típica arquitectura rusa, estanques y paseos
arbolados completan este maravilloso mercadillo donde nada parece encajar en el
cosmopolita ambiente de la capital rusa. En definitiva, un imprescindible de
nuestra visita a Moscú.
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Mercado de Izmailovo |
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Casas en Izmailovo |
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Poblado del mercadillo de Izmailovo |
En cualquier caso, el viaje a la
capital rusa nos descubre un concepto de ciudad muy diferente a la llamada
Venecia del Norte: en Moscú todo es grandioso, impresiona y sobrecoge y nos
recuerda sobre todo su grandeza imperial, pero también su imponente poder como
capital de las Repúblicas Socialistas Soviéticas.
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Almacenes Gum en la Plaza Roja |
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Fuentes de Moscú |
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EL lago de los cisnes |
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