PAMUKKALE (Turquía): Paraíso termal de la antigüedad
El gusto por viajar de
griegos y romanos en la antigüedad es un hecho ampliamente reconocido por la
historia. Las vías romanas no fueron únicamente parte de un eficaz sistema de
desarrollo del comercio sino además un importante medio para lograr una de las
mayores aspiraciones del Imperio: el culto por el ocio. La prioridad que se otorgaba al bienestar, a la
belleza, a la salud y en definitiva a la felicidad, era algo generalizado en
las clases acomodadas de la Grecia y Roma antiguas. Los viajes eran la manera
perfecta de alcanzar el ideal del ocio romano, y así los desplazamientos hacia el
campo, las Villas y los numerosos
lugares termales donde se buscaba el lujo y el descanso fueron una constante
del Antiguo Imperio.
Uno de los lugares
predilectos de estos viajeros fue la Villa Termal de Pamukkale en Turquía. Su
propio nombre que se traduce del turco como “castillos de algodón” nos da una
idea de este lugar de ensueño. Griegos y romanos dejaron vestigios en este paraíso
formado gracias a las aguas calcáreas subterráneas y a la acción de los
numerosos movimientos tectónicos que configuraron un paisaje de extraordinaria
belleza, declarado hoy Patrimonio de la Humanidad. No faltan razones: Pozas con
aguas color turquesa distribuidas formando terrazas o socalcos y unas
excepcionales vistas al valle, eran un reclamo imposible de ignorar para las
clases privilegiadas romanas, que aprovecharon Pamukkale como balneario
curativo y lugar de recreo y descanso.
Las blancas formaciones
calcáreas y de mármol travertino que parecen descender como lenguas de nieve
por la ladera de la montaña, otorgan a Pamukkale el aspecto de un paisaje
celeste, casi irreal.
El más reciente hallazgo en la zona nos remonta tan solo al 2013, año en que se descubren las denominadas "puertas del Infierno" lugar que consideraban en la antigüedad que era la entrada al averno. Esta creencia era alentada posiblemente por la aparición de animales muertos, sobre todo pequeños roedores y aves sin motivo aparente, aunque hoy día se conoce que, con toda probabilidad, dichas muertes eran debidas a los gases que emanaban del interior la tierra. Un grupo de arqueólogos italianos ha descubierto recientemente que en su interior se localiza el manantial que precisamente puede dar origen a las aguas termales de Pamukkale.
El creciente
turismo del siglo XX estaba acabando con esta maravilla natural, hasta que en
1988 la UNESCO la puso bajo su protección al nombrarla Patrimonio Mundial. Hoy
día, afortunadamente, en la visita a Pamukkale se pueden no solo admirar los
restos arqueológicos sino tener el placer de sentarse un rato a disfrutar del
espectacular paisaje e incluso remojarse en las piscinas de aguas termales,
pero eso sí respetando unas normas básicas para evitar el deterioro de este
rico patrimonio.
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