MÚNICH: Un encuentro con el reino de Baviera
Observando la grandeza del imperio bávaro y la riqueza de su
capital nadie sospecharía que el origen de Múnich no pudo ser más humilde: la capital
del poderoso Estado de Baviera tuvo su punto de partida en un austero
Monasterio de monjes (de ahí el nombre alemán de München) hasta convertirse en
una floreciente ciudad medieval que disfrutaba de los beneficios de encontrase
en la ruta del lucrativo comercio de sal. Su fundación se remonta al año
1.158 cuándo el río Isar que atraviesa
la actual Múnich, facilitaba este comercio a las poblaciones vecinas. Pero si
la ciudad acabó de enriquecer su aspecto y se convirtió en uno de los principales
referentes culturales del imperio fue gracias a la dinastía Wittelsbach que la
engalanó llenándola de museos, palacios y jardines. Es cierto que cuándo el visitante
recorre sus calles no alcanza la sensación
de empaparse de arte como en alguna que otra ciudad europea: aquí no nos asalta
el Síndrome de Stendhal como en Florencia ni nos persigue la sensación de eterna belleza de
quien visita Roma. Sin embargo una vez
descubierta, la capital de Baviera nos deja el sabor de haber recorrido una
ciudad moderna a la vez que encantadora. Esa es la gran paradoja de Múnich, y a
la vez su gran ventaja: el ser una gran urbe que ofrece múltiples opciones pero
que al tiempo no ha perdido su esencia clásica y mantiene su horizontalidad lo cual la convierte en una ciudad cómoda y realmente
agradable.
Para aprovechar al máximo la visita una buena opción puede
ser alojarnos en uno de los hoteles próximos a la Estación Central situada a
poco más de 10 minutos a pie del centro
histórico. Desde aquí además tendremos la posibilidad de acercarnos con
facilidad y rapidez a cualquier parte de la ciudad y alrededores, ya que Múnich
cuenta con una excelente red de transportes, así como varias opciones de bonos
con descuentos para la ciudad y toda la zona de Baviera.
A la la vieja ciudad o Altstadt que estuvo amurallada en la
Edad Media, se accedía por 4 puertas de
las cuales hoy se conservan tres: La Isartor próxima al río Isar de quien
recibe su nombre, la Sendlinger Tor la más antigua de ellas y la KarlsTor que con sus tres arcos casa con la
arquitectura neogótica de muchos de los edificios muniqueses, y está situada en
la turística KarlsPlatz dando entrada a una de las calles más transitadas de la
ciudad.
Una vez dentro de la Altstad un buen punto de partida para
nuestra visita puede ser la archiconocida Marienplatz alrededor de la cual se
vertebran varias de las calles más turísticas. Ahí podemos contemplar dos de
los edificios más emblemáticos de Múnich: el Neues y el Altes Rathaus (nuevo y
viejo Ayuntamiento respectivamente). El
Nuevo Ayuntamiento es un edificio espectacular de estilo Neogótico con una escultural
fachada. Entre gárgolas y figuras legendarias
del reino de Baviera despunta
la Torre del Glockenspiel, el carrillón que todos los días ofrece un
espectáculo con sus figuras danzantes de
tamaño natural que congrega a gran cantidad de turistas que acuden puntuales a
la cita.
También es de interés la columna de Santa María que desde el
centro de la plaza nos recuerda las 4 victorias frente a la guerra, la peste,
el hambre y la herejía. Ya saliendo de la Marienplatz nos encontramos con el Viejo Ayuntamiento, más
antiguo y mucho más sobrio que el anterior que con su estilo neogótico proyecta
una imagen que se nos antoja típicamente bávara. En su interior podemos visitar
el interesante Spielzeugmuseum o Museo del Juguete.
La arquitectura religiosa de Baviera está representada en su
capital además de por la Catedral, por varias
iglesias de diferentes estilos a las que debemos una visita:
En la propia Plaza encontramos una de las más entrañables y
apreciadas por lo muniqueses: La Alter Peter o Iglesia de San Pedro, sobre la
cual estaba originalmente el Monasterio que dio nombre a la ciudad. Su interior
mezcla de varios estilos llama la atención por los frescos de su techo. En ella
podemos además ver una curiosidad no exenta de un toque macabro pero llamativo:
el esqueleto de Santa Mundicia, que se conserva recubierto de oro y piedras
preciosas. La iglesia de San Pedro es la más antigua de la ciudad. Al edificio
principal se le añadió posteriormente la torre del campanario que hoy día sirve
también de mirador para los turistas que se atreven con la empinada y
serpenteante escalera. Arriba disfrutaremos de una de las mejores vistas de la
ciudad, incluida otra perspectiva diferente del Neues Rathaus que nos
compensará del sacrificio de subir apenas sin descanso sus más de 300
escalones.
Otra iglesia que puede resultar de interés es la dedicada a
San Juan Nepomuceno pero más conocida como Asamkirche por ser una obra de los hermanos
Asam pensada en principio como templo privado para ellos. Cuenta con una bonita
fachada barroca y un interior de espectacular estilo rococó con tal profusión
de detalles que no deja hueco a la imaginación.
También la Michaelskirche
o Iglesia de San Miguel merece una visita, entre otras cosas por ser la iglesia
renacentista más grande de los Alpes en la que destaca una inmensa e impactante
bóveda de cañón, de las más grandes del mundo.
Por último no debemos dejar de visitar la Iglesia de los
Teatinos (Theatinerkirche) hermoso
ejemplo del barroco europeo situado en la Odeonsplatz al lado de otros
edificios y monumentos emblemáticos como el Feldherrnhalle erigido como símbolo del honor del
ejército bávaro.
La Frauenkirche o Catedral de Nuestra Señora es muy popular
entre los muniqueses pues sus dos torres visibles desde cualquier punto, son el
emblema de la ciudad. Se cuenta que en
ella entró el diablo y dejó su huella y que hoy aún se conserva dentro de sus
muros. Leyendas aparte lo cierto es que exceptuando el altar o las vidrieras góticas, la excesiva sobriedad de su interior es
posible que nos deje algo indiferentes.
Pero para no sobrecargar nuestro ánimo con tanta espiritualidad
Múnich cuenta además con una oferta
inagotable de bares, mesones, restaurantes y como no cervecerías. No hace falta venir en la Oktoberfest para
encontrar un ambiente genuinamente cervecero pues los más famosos locales están
diariamente animados con música en vivo, camareros y en muchos casos clientes,
ataviados con los típicos trajes bávaros, donde degustar los productos típicos
de Baviera y por supuesto la mejor cerveza. Son varios los locales donde
podemos acudir al ritual cervecero aunque quizá deberíamos hacer un intento en
la mundialmente célebre Hofbräuhaus a poca distancia de la Marienplatz. Si
tenemos la suerte de encontrar hueco para sentarnos podemos hacer una parada en
nuestro recorrido en la que fue originalmente la fábrica abastecedora de la
familia Wittelsbach, pero en cualquier caso merece la pena como mínimo
dedicarle una visita pues la Hofbräuhaus es casi un museo con sus frescos pintados
en el techo y su típica decoración bávara. Desde ahí tendremos la excusa
perfecta para seguir callejeando por Múnich visitando sus animadas plazas y
rincones o para perdernos por su encantador mercado callejero, el Viktualienmarkt donde además de alegrar la vista con sus
coloridos puestos de flores, frutas o verduras podremos también degustar productos típicos de
Baviera.
Los amantes del arte también están de suerte en Múnich, pues en su Kunstareal (barrio del arte) se encuentran algunos de los mejores museos de Europa: La Alte Pinakothek, que alberga colecciones de la Edad Media y principios del siglo XIX con obras maestras de Rubens, Brueghel, Durero o Murillo entre otros. Por su parte la Neue Pinakothek recopila obras de genios franceses del impresionismo y postimpresionismo (Manet, Monet, Cézanne , Gauguin …) y de otros muchos maestros del siglo XIX de la talla de Klimt, Liebermann o Van Gogh, representado en la Neue Pinakothek con varios cuadros entre los que se encuentran “Los Girasoles” considerado la obra maestra del museo. También el arte del siglo XX está bien representada en la oferta museística de Múnich con la colección de la Pinakotheke Moderne con obras de Miró, Magritte, Bacon, Dalí o Picasso entre otros.
Además para los amantes de la escultura el Kunstareal ofrece
también una extensa colección en la Glyptothek, especializada en escultura
clásica romana y griega.
Glyptothek |
Pero la cultura y el arte no están reñidos con el relax y la naturaleza, y encuentran su contrapunto en los grandes espacios verdes con los que cuenta Múnich: el Englischer Garten, un inmenso parque muy apreciado por los muniqueses que incluye curiosidades como una Pagoda China, un templete de estilo griego y hasta un canal con olas artificiales, atrae en el buen tiempo a gran número de aficionados al surf.
Para finalizar no podemos abandonar la ciudad sin conocer la
otra cara de Múnich, la que casa con esa imagen de ciudad moderna y cosmopolita.
El Olympiapark a pesar de sus más de cuarenta años de historia sigue
conservando ese aire casi futurista que adoptó para los Juegos Olímpicos,
cuándo se construyeron pabellones, estadios o pistas y la emblemática
Olympiaturm, una torre de casi 300 metros desde donde contemplar el Olympiapark
a vista de pájaro. Muy próxima a la torre, los amantes del automóvil pueden
adentrarse en el mundo de una de las grandes firmas en el BMW Welt y visitar la
fábrica BMW o el Museo. El Olympiapark es además una excelente opción para
pasear y relajarse: formado por una serie de colinas que en su origen fueron un
vertedero de escombros y restos de la Segunda Guerra Mundial y que con gran acierto se recubrieron de
hierba, hoy sorprende por el cuidado verde del césped y arboledas que incluyen
un pequeño lago artificial y un anfiteatro.
Pero la visita a Baviera no se debe quedar en Múnich, pues la
riqueza del antiguo reino se aprecia en todo su esplendor en los alrededores de
la capital: Partiendo de Nymphenburg situado a un paso del centro de Múnich, nos
esperan Palacios, Castillos y un paisaje espectacular enmarcado en los Alpes
Bávaros para continuar uno de los viajes más bonitos de Europa: La ruta mágica
por los castillos del Rey Loco.
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