El viaje a Tailandia
habitualmente se relaciona con el exotismo de sus gentes, el relax en lujosos
hoteles y la exuberancia de sus playas. Sin embargo Tailandia puede ser mucho
más, convirtiéndose en un destino cultural realmente interesante, y unos de sus
puntos fuertes es precisamente Bangkok, su capital.
Atravesar en coche Bangkok puede resultar bastante sorprendente, pues al caos de la circulación de modernos y equipados taxis, se le añade la velocidad de vértigo que en muchas de sus calles alcanzan los denominados tuc-tuc, una especie de motosillas que trasladan a los viajeros de una punta a otra de la ciudad, sin demasiado escrúpulo a la hora de respetar las normas de tráfico. Si además observamos el skyline de Bangkok, con sus prominentes rascacielos, y nos damos una vuelta por sus grandes centros comerciales, podemos percibir como la capital de Tailandia resulta una ecléctica mezcla de modernidad y tradición. Es por eso que Bangkok, aun con sus más de 9 millones de habitantes, puede resultar una ciudad interesante para perderse por sus calles, incluso grandes avenidas, repletas de puestos de comida ambulante (el olor de las calles de Bangkok resulta inconfundible), y por sus enormes mercados callejeros, en los que se puede encontrar prácticamente de todo.
Una buena opción para empezar
nuestro recorrido es precisamente el Gran Palacio Real, ya que a él dedicaremos
como mínimo una mañana completa: construido a finales del siglo XVIII comprende
un conjunto de templos, palacios y jardines de exuberante decoración.
Impresionan la riqueza de sus materiales, sus tallas y los frescos pintados a
lo largo de las galerías del Palacio, que recogen diversas escenas legendarias.
Custodiado por grandes figuras de la mitología tailandesa, incluye además la
imagen de buda más venerada del reino: El Buda Esmeralda, la única figura de buda
de Bangkok que no se permite fotografiar, y que se encuentra dentro del Templo
que lleva su nombre perteneciente al gran complejo Palaciego.
Las puertas del Gran Palacio están custodiadas por grandes figuras mitológicas |
Pan de oro y piedras preciosas adornan las figuras del Gran Palacio |
Una vez visitados el templo del
Buda Esmeralda, o la Gran Estupa Dorada entre otros de los edificios del
complejo palaciego, estaremos lo suficientemente deslumbrados con sus tesoros
como para relajar un poco la vista y dejar vagar nuestra mente por las
historias de batallas y leyendas que nos narran los metros y metros de frescos
exquisitamente pintados que cubren las galerías que bordean el Gran Palacio.
Los dibujos están realizados con gran maestría y nos transportan a la lejana
historia del reino siamés.
Los largos soportales que bordean el gran complejo están decorados con pinturas que recojen escenas de batallas y de la vida del reino |
Después del recorrido de las galerías y ya empapados de leyenda, podemos finalizar la visita en una zona bien diferenciada del resto del Palacio, por el estilo de sus edificios y su decoración: es la Mansión Borombhiman que acoge los antiguos aposentos del rey RamaV donde se percibe una influencia europea y un estilo neo-renacentista que dan un aire menos oriental a ese ala del Palacio. Incluso puede resultarnos interesante una visita al museo de la Moneda o al Museo del Traje que guarda los vestidos más representativos de la reina Sirikit, monarca actual de Tailandia muy venerada en todo el país.
Tras la visita al Palacio Real, y
si todavía nos encontramos con ganas de ahondar en el arte oriental, podemos
acercarnos a cualquiera de los numerosos templos (allí llamados Wat) que acoge
Bangkok, muchos de ellos con unas riquezas decorativas extraordinarias. Quizá
entre ellos pueden ser especialmente recomendables el Templo del Gran Buda de
Oro (Wat Traimit), que acoge en su interior una figura de buda de oro macizo de
tres metros de alto, que según reza la historia del país se salvó del expolio
birmano gracias a estar camuflada, recubierta de estuco, y que al ser
trasladada sufrió una caída accidental que la descubrió en toda su plenitud.
Otro imprescindible es el templo del Gran buda Reclinado (Wat Pho) que acoge
una impresionante estatua de Buda de 46 metros de largo, además de unos
hermosos jardines decorados y con varias construcciones a modo de estupas
budistas, también llamadas Chadis.
Más
sobrio por dentro pero de original diseño, también es recomendable el Wat
Ratchanatdaram, menos turístico pero
interesante y reconocible por sus 37 agujas en colores negros poco frecuentes,
que representan las virtudes que llevan a la “iluminación”. Por último no podemos olvidarnos del Wat Arum
(Templo de la Aurora) uno de los más representativos de la ciudad, recubierto
de azulejos de vivos colores y que con su iluminación nocturna a orillas del
río Chao Phraya constituye uno de los emblemas más reconocibles de Bangkok.
Para acceder a él debemos cruzar a la otra orilla del río, pero de verdad
merece la pena.
Una vez finalizado el recorrido
por los múltiples templos y para cuándo estemos ya saturados de tanto arte,
descubriremos que Bangkok resulta,
paradójicamente, una ciudad de muy agradable paseo siempre que nos apartemos un
poco de las grandes y congestionadas arterias que surcan el centro de esta gran
urbe. Así podemos relajarnos paseando por sus enormes Parques o tomando un
barco que nos lleve a la otra orilla del Chao Phraya o que nos traslade a
cualquier otro punto de la ciudad.
También puede resultar excitante visitar sus grandes mercados, sobre
todo para los amantes de las imitaciones, pues no olvidemos que estamos en el
paraíso de la falsificación. Otra opción que no debemos obviar es la visita al
barrio chino (Chinatown), interesante de recorrer a la hora del mercado en
plena efervescencia y también de noche
para observar la transformación que sufren sus calles repletas de restaurantes
y puestos de comida en medio de grandes carteles luminosos que nos trasladan a
cualquier ciudad de ese país.
Otra interesante sugerencia es la
visita al barrio indio (little india) y a sus pequeños pero muy coloristas
templos hinduistas que nos dan una visión diferente del culto en Bangkok,
aunque en este caso muy minoritario.
Y para finalizar, pero no por
ello menos importante, sino más bien imprescindible, no podemos marcharnos de
Bangkok sin recorrer una de las calles más famosas del mundo: Khao San
Road. Repleta de puestos callejeros
donde tan pronto te ofrecen un pareo Tailandés como un pinchito de escorpiones
asados, Khao San resulta ser una extravagante mezcla de mochileros, viajeros
experimentados, turistas tradicionales y habitantes de Bangkok, que se
convierte en una experiencia viajera inolvidable.
Templo hinduísta |
Parque de Bangkok |
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